Echo de menos aquellas mañanas en las que te despertaba con mis besos y podía susurrarte al oído lo mucho que te quiero, las extraño enormemente. Añoro el olor de tu pelo, el ver como robabas mi sudadera para no pasar frío y no te separabas de mi ni un solo segundo; quiero que cada mañana sea como aquellas, pues ansío con poder disfrutar de esa mirada que me desnuda por dentro cada vez que me despierto, cada mañana, pues, sin duda, los días amanecen de otra forma si te tengo a mi lado.
Donde todo empieza...
jueves, 11 de abril de 2013
Aquellas mañanas...
Hazlo, entra sin hacer ruido, sin que nadie se entere. Solo tú puedes curar el frío que desprende últimamente mi colchón. Porque te busca, porque te grita y pide mientras te pienso que vengas, que estés conmigo y podamos pasar la noche juntos para poder despertarme junto a ti.
Echo de menos aquellas mañanas en las que te despertaba con mis besos y podía susurrarte al oído lo mucho que te quiero, las extraño enormemente. Añoro el olor de tu pelo, el ver como robabas mi sudadera para no pasar frío y no te separabas de mi ni un solo segundo; quiero que cada mañana sea como aquellas, pues ansío con poder disfrutar de esa mirada que me desnuda por dentro cada vez que me despierto, cada mañana, pues, sin duda, los días amanecen de otra forma si te tengo a mi lado.
Echo de menos aquellas mañanas en las que te despertaba con mis besos y podía susurrarte al oído lo mucho que te quiero, las extraño enormemente. Añoro el olor de tu pelo, el ver como robabas mi sudadera para no pasar frío y no te separabas de mi ni un solo segundo; quiero que cada mañana sea como aquellas, pues ansío con poder disfrutar de esa mirada que me desnuda por dentro cada vez que me despierto, cada mañana, pues, sin duda, los días amanecen de otra forma si te tengo a mi lado.
sábado, 8 de diciembre de 2012
Cuando no puedes más, cuando la impotencia se apodera de ti, cuando no encuentras ninguna rendija por la que asomar la cabeza y poder respirar, cuando te encuentras en esa situación, lo único que puedes hacer es estar en silencio y tragar.
Empiezas a preguntarte de que sirve intentar dar siempre lo mejor que tienes dentro de ti si, luego, la realidad no te recompensa. Entonces comienzas a pensar que a lo mejor el problema eres tu, que debes cambiar de actitud, que te debes exigir aún más, pero no, lo cierto es que cuando las cosas están de salir mal , la suerte no te acompaña y la soledad te va comiendo, lo único que puedes hacer es esperar a que aparezca un motivo por el que volcarse, por el que puedas dedicar tus sonrisas y merezca la pena mostrar todo lo que tienes dentro.
En mi caso, los que tenía han ido desapareciendo y no sé que hacer para recuperarlos. Intento tener la cabeza fría, pensar que más pronto que tarde aparecerá una ráfaga de viento a mi favor que cambie un poco las cosas, pero no aparece. Me estampo diariamente con un muro, que probablemente haya forjado yo a base de autoengañarme, de darme falsas razones por las que "estar feliz", pero que, a la vez, es estrictamente necesario para poder llevar el día a día medianamente bien. El problema aparece cuando me paro a pensar y ese muro desaparece mostrándome la realidad tal y como es, enseñándome lo que realmente tengo.
Por eso, a partir de ahora, lo que voy a hacer es empezar de nuevo, asumir la realidad con la misma frialdad que ella se muestra ante mi y no dar nada, no hacer nada, hasta que de una vez aparezca el motivo por el que merezca la pena luchar de verdad. Ya no tengo miedo a la realidad, no tengo miedo a estar solo, y voy a dedicarme a asumirla y a modificarla guiándome exclusivamente por lo que mis sentimientos me digan, sin atarme a nadie ni a nada, solo a una meta, que no es otra que reencontrarme de nuevo con mi verdadera forma de ser, con tratar de acabar con mi apatía y volver a tener la sensación y la esperanza de poder volver a creer en las personas que me rodean.
Hasta entonces seguiré tragando, seguiré luchando a mi manera mientras disfruto de mi propio silencio.
Empiezas a preguntarte de que sirve intentar dar siempre lo mejor que tienes dentro de ti si, luego, la realidad no te recompensa. Entonces comienzas a pensar que a lo mejor el problema eres tu, que debes cambiar de actitud, que te debes exigir aún más, pero no, lo cierto es que cuando las cosas están de salir mal , la suerte no te acompaña y la soledad te va comiendo, lo único que puedes hacer es esperar a que aparezca un motivo por el que volcarse, por el que puedas dedicar tus sonrisas y merezca la pena mostrar todo lo que tienes dentro.
En mi caso, los que tenía han ido desapareciendo y no sé que hacer para recuperarlos. Intento tener la cabeza fría, pensar que más pronto que tarde aparecerá una ráfaga de viento a mi favor que cambie un poco las cosas, pero no aparece. Me estampo diariamente con un muro, que probablemente haya forjado yo a base de autoengañarme, de darme falsas razones por las que "estar feliz", pero que, a la vez, es estrictamente necesario para poder llevar el día a día medianamente bien. El problema aparece cuando me paro a pensar y ese muro desaparece mostrándome la realidad tal y como es, enseñándome lo que realmente tengo.
Por eso, a partir de ahora, lo que voy a hacer es empezar de nuevo, asumir la realidad con la misma frialdad que ella se muestra ante mi y no dar nada, no hacer nada, hasta que de una vez aparezca el motivo por el que merezca la pena luchar de verdad. Ya no tengo miedo a la realidad, no tengo miedo a estar solo, y voy a dedicarme a asumirla y a modificarla guiándome exclusivamente por lo que mis sentimientos me digan, sin atarme a nadie ni a nada, solo a una meta, que no es otra que reencontrarme de nuevo con mi verdadera forma de ser, con tratar de acabar con mi apatía y volver a tener la sensación y la esperanza de poder volver a creer en las personas que me rodean.
Hasta entonces seguiré tragando, seguiré luchando a mi manera mientras disfruto de mi propio silencio.
lunes, 29 de octubre de 2012
No pienso en otra cosa que en poder cerrar los ojos y dejarme llevar allí donde la imaginación me arrastre, ya que seguramente siempre me acabaría llevando a aquel lugar en donde todos los autobuses se dirigen hacia tu ventana. Me gustaría poder vivir allí, poder ser invisible y levantarme cada mañana para poder ver, sin que tú me vieses, como te levantas y tiñes el cielo de azul celeste en cuanto abres los ojos, pues en mi imaginación, en mi mundo, tus ojos dan luz al resto de las cosas...
miércoles, 29 de agosto de 2012
No hay día en el que no sueñe contigo sin ni siquiera saber como te llamas. Sueño con el momento en el que te chocaste conmigo y te disculpaste amablemente, sueño con las primeras palabras que te dije, con las primeras miradas que cruzamos, con tus labios mojados en carmín, con aquellos hoyitos que se dibujaban en tus mejillas cada vez que sonreías, con tus caricias, con nuestras peleas, con el momento en el que me dijiste que ya no me querías más y con tu forma de venir al día siguiente, empapada, a decirme que no podías estar más tiempo sin mi, con tus besos, con tus caricias, con tu forma de retirarte el pelo de la cara, con esas noches gélidas que acabaron siendo noches de verano gracias a ti...
Y ,si, sueño contigo sin haberte visto nunca, sin saber ni siquiera si existes. Por eso no puedo dejar de hacerlo, ya que es en mis sueños dónde puedo verte, dónde puedo estar contigo hasta que llegue el día en el que todo dejará de ser eso, un simple sueño, pues por fin tropezarás conmigo y podré preguntarte tu nombre.
Ese día, dejaré de soñar. Dejaré de soñar con los ojos cerrados, pues no me hará falta cerrarlos para verte; estar contigo será como soñar despierto, soñar en futuro, en un futuro juntos.
Hasta que llegue ese día, te prometo que nos veremos cada noche...
Y ,si, sueño contigo sin haberte visto nunca, sin saber ni siquiera si existes. Por eso no puedo dejar de hacerlo, ya que es en mis sueños dónde puedo verte, dónde puedo estar contigo hasta que llegue el día en el que todo dejará de ser eso, un simple sueño, pues por fin tropezarás conmigo y podré preguntarte tu nombre.
Ese día, dejaré de soñar. Dejaré de soñar con los ojos cerrados, pues no me hará falta cerrarlos para verte; estar contigo será como soñar despierto, soñar en futuro, en un futuro juntos.
Hasta que llegue ese día, te prometo que nos veremos cada noche...
sábado, 26 de mayo de 2012
Hacía un día espléndido. La gente paseaba a mi alrededor con caras de satisfacción, como si estuviesen contagiados por la positividad que desprendía aquel sol imponente y ese toque verdoso que iba dejando la primavera a su paso, que daba al día un toque especial.
Y bajo ese ambiente, yo no dejaba de estar pendiente de aquel maldito reloj. Estaba muy deteriorado, lleno de polvo, pero la forma de sus manecillas le daba un toque elegante y vanguardista, que hacía que inmediatamente, y sin quererlo, centrases tu atención en él. Los minutos no caían y yo seguía en aquel lugar esperando, viendo como las miradas de la gente se perdían entre aquellas dos vías en señal de espera a que llegase su tren; las mías se centraban en ver como la luz se filtraba por los cristales de la estación, en cuya megafonía se escuchaba cada cinco minutos la dirección de cada uno de los trenes que iban a partir con brevedad.
Entonces me senté a seguir esperando la llegada del tren, de mi tren particular, pues estaba esperando a poder ver el brillo de sus pupilas de nuevo. Me di cuenta de que en aquel momento era completamente dependiente de su forma de mirar, de su timidez, de su sonrisa... Así, no podía dejar de imaginarme en como ese camino que se estaba construyendo, poco a poco, estaba a punto de tener una parada más, una estación en la que sin duda el tiempo iba a pasar muchísimo más rápido que en la que me encontraba en ese mismo instante.
Y bajo ese ambiente, yo no dejaba de estar pendiente de aquel maldito reloj. Estaba muy deteriorado, lleno de polvo, pero la forma de sus manecillas le daba un toque elegante y vanguardista, que hacía que inmediatamente, y sin quererlo, centrases tu atención en él. Los minutos no caían y yo seguía en aquel lugar esperando, viendo como las miradas de la gente se perdían entre aquellas dos vías en señal de espera a que llegase su tren; las mías se centraban en ver como la luz se filtraba por los cristales de la estación, en cuya megafonía se escuchaba cada cinco minutos la dirección de cada uno de los trenes que iban a partir con brevedad.
Entonces me senté a seguir esperando la llegada del tren, de mi tren particular, pues estaba esperando a poder ver el brillo de sus pupilas de nuevo. Me di cuenta de que en aquel momento era completamente dependiente de su forma de mirar, de su timidez, de su sonrisa... Así, no podía dejar de imaginarme en como ese camino que se estaba construyendo, poco a poco, estaba a punto de tener una parada más, una estación en la que sin duda el tiempo iba a pasar muchísimo más rápido que en la que me encontraba en ese mismo instante.
lunes, 14 de mayo de 2012
Por fin puedo sentir un dolor diferente, un dolor que me acerca a tocar ese azul que le faltaba a mi vida; pues si, me duelen los labios de sonreír.
Y no me canso, no me canso de esbozar sonrisas y conjugarlas con cualquier cosa día tras día. Porque me siento feliz, contento de haber aprendido a minimizar los problemas y a descubrir que las mejores cosas llegan en el momento más inesperado, ya que, a veces, cuándo las cosas marchan mal y no tenemos ninguna motivación de seguir, somos premiados con un motivo, con una mirada, que nos vuelve a llenar de fuerza para levantarnos y sonreír, sonreír más fuerte que nunca.
Yo ahora he encontrado ese motivo del que hablaba, y no lo pienso soltar. Una ilusión que me invita a soñar aun estando despierto, que me empuja a no dejar de mirar hacia delante sin miedo y me permite dar lo mejor de mi en cada momento.
Así pues, ahora solo quiero disfrutar, solo quiero apretar las mejillas e imaginarme lo que esta por venir...
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


